domingo, 31 de octubre de 2010

Pareidolia - Capítulo 1 - Áciditos

En un futuro no muy lejano, en una esquina no muy lejos de tu casa...

Era temprano en la mañana y ya había guardado todas mis pertenencias en el bolso cuando el estomago me gruñó pidiendo comida, me dirigí a la cocina en busca de algo para picar, pero antes de entrar procedí a ejecutar el ritual de todos los días. Prender y apagar la luz con los ojos cerrados mientras todas las cucarachas y chiripas se escondían, maldito casero nunca fumigó el apartamento, y como ya me iba me iba a asegurar de dejarle un presente que reflejara mi lo agradable de mi estadía.

Abrí la nevera y lo único que conseguí fue un trozo de pan duro, mientras lo sacaba se me resbaló de la mano abriendo un hueco en el suelo golpeándole la cabeza al vecino de abajo, dejándolo knock-out en un instante. Algo de memoria, me di cuenta que ese pan ya estaba ahí cuando me entregaron el apartamento.

Luego de colocar platos de leche por todo el suelo y llenar el lugar con todos los gatos callejeros que encontré en la calle, salí de aquella residencia a la que no volvería más nunca.

Con mi morral en la espalda, me coloqué mis audífonos conectados a mi iPud mientras veía a las multitudes en la calle caminando al ritmo de la música (Paso, Paso, Paso, Cabeceo... Paso, Paso, Paso, Cabeceo...) y mi boca gesticulaba "Around the World". Poco tiempo me tomó darme cuenta que a esta velocidad llegaría tarde a mi destino así que cambié a la siguiente canción, Terminé corriendo por la calle gritando "All I Want".

La batería del reproductor se acabó justo cuando pasaba por una máquina de dulces. Mi estomagó me recordó que no había comido nada. Revisé mi bolsillo hasta encontrar un billete de 50.000.000 Chaveces, moneda nacional desde hace varios años y la introduje a en la enorme máquina luego de apretar un botón pidiendo un chocolate.

Recordé a mi abuelo hablar de aquella moneda mientras veía todo esos ceros entrar en el aparato. Como los Chavez habían sustituido la moneda anterior en el año 2012 y su hiper-devaluación en el 2013, complicando el sistema educativo ya que los niños de primaria tendrían que aprender a operar cifras de 10 dígitos, "No tenemos nada que envidiarles a los asiáticos" Decía él. Por supuesto, nada que envidiarles, solo su tecnología, calidad de vida y desarrollo. Nosotros todavía con autos voladores cuando ellos ya se tele-transportaban.

Mis pensamientos se interrumpieron cuando la máquina de dulces empezó a brincar y agitarse, di un paso calmado hacia atrás antes que aquel artefacto rompiera fuente dejando salir una avalancha de chocolates y frituras empaquetadas junto con una joven que se encontraba en el suelo quitándose todas esas chucherías de encima.

- ¡Vaya!, No sabia que había un botón para chicas.
- ¡Callate idiota! - Respondió la muchacha algo irritada.
- Ok... Esta en la sección de caramelos ácidos.

El chiste no le hizo gracia, se levantó quitándose algunas papas fritas que tenía en el pelo de una bolsa que se había roto. Su piel morena le no impedía que se vieran un par de tatuajes en sus brazos y cuello, y sus ropas negras hacían resaltar su mechón de cabello rubio en su cabellera negra.

- ¡¿Qué miras?! - Preguntó violentamente.
- No nada, es que me recuerdas a una niña que salió del lavamanos el otro día. - Le dije mientras recogía una barra de chocolate.
- Si te estas preguntando como entré ahí no es tu problema ni te pienso decir tampoco.

Me daba la impresión que de un momento a otro mis comentarios me harían merecedor de un golpe, vi a la chica rodeada de caramelos "Aciditos", por lo que comprendí su actitud. Luego de calmar a mi estomago con un mordisco de dulce le pregunté amablemente.

- ¿Cómo te llamas?
- ... Mafer, ¿Porqué?
- No, por nada, socializando.
- ... ¿Y tú? - Me preguntó.
- ¿Yo?
- ¡Si tu!
- Bueno Yo...
- Te estoy preguntando a ti ¿No?...
- Bueno... Yo...
- Deja el vacilón...
- Te estoy diciendo que Yo... Me llamo Yo... Yo...

Ella se quedó callada un momento, observándome como si le extrañase lo que viese, como quien no entiende lo que vé. Luego de asimilar la información y dudosa que le estuviera diciendo la verdad continuó con su interrogatorio.

- ¿Y tu segundo nombre?
- Eeeh... Soy...
- ... ¡Jódete! - Dijo mientras se iba.

Tomé algunos dulces y los tiré en mi mochila antes de ir tras ella.

- ¡Espera!, No es joda. En serio me llamo así - Le dije mientras la seguía, aunque ella me ignoraba. - Digamos que mi padre tenia un sentido del humor extraño, y el que me registró al nacer no lo tenía. fue una conversación muy extraña.
- No más extraña que esta créeme. - Me dijo ella dejando de ignorarme pero sin parar de caminar. - ¿Y como es?... No, olvídalo, no quiero saber tu apellido. Y ya te puedes ir largando.
- En realidad te iba a pedir ayuda con algo.

La joven se detuvo de golpe y se dio vuelta para verme a los ojos con una ira retenida. Tragué grueso mientras transpiraba con nerviosismo, era el instinto animal diciéndome que mi vida corría peligro y que mi cuerpo debía apestar para que aquella bestia no me comiera. Aclaré mi garganta y continué hablando.

- Es que... Necesito llegar a la luna...

Ella cambió su expresión, empezó a sonreír, pensé que había cambiado su actitud, pero la sonrisa cambió a risa y la risa a carcajada, luego comprendí que se burlaba de mi.

- ¿La luna?... ¿Sabes en cuanto sale un pasaje para allá?... Y me disculpa pero da la impresión que en ese bolso tienes todo lo que posees.
- Bueno, por lo menos doy la impresión correcta - La chica se dio vuelta pero la logré detener - ¡Espera!, ¡Tengo esto!.

Me coloqué frente a ella y saqué un rollo de papel del morral, lo estire en su rostro para mostrárselo. Bajé un poco aquel papiro para ver su rostro, Mafer sonreía nuevamente, pero era una sonrisa diferente a la anterior, parecía tener algo en mente, solo esperaba que ese algo me beneficiara a mi también.

- Muy bien, te ayudaré. - Dijo mientras yo enrollaba de nuevo el pergamino - De hecho, tengo una idea...



Cápitulo 2: Asiático

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