sábado, 20 de noviembre de 2010

Pareidolia - Capítulo 2 - Asiático

Con el humor que tenía fácilmente pude decirle a ese tal "Yo" por donde se podía meter su rollo de papel, pero esta era una situación de beneficio mutuo, como un negocio redondo. No se que le había impulsado a confiar en mi, sobretodo por la situación tan extraña en la que me encontró.

De todas maneras antes de ocuparme de él tenía una cuenta pendiente, los músculos de mi pierna derecha se tensaban, como ejercitándose para la patada que le iba a incrustar en la entrepierna a ese imbécil.

Desde hace rato había un sonido que me molestaba, escuchando atentamente me di cuenta que era él, ese flaco que no había parado de hablar desde que le había dicho que me siguiera. Le empecé a prestar atención cuando escuché mi nombre.

- Mafer, ¿A donde vamos? - Me preguntó.
- Vamos a ver a un amigo.
- ¿Nos a a ayudar a llegar a la luna?
- Si si... Claro - Le respondí rápidamente, ya estaba necio con tantas preguntas - Ese papel que tienes... ¿De donde lo sacaste?
- Me lo dejó mi madre - Levantó la mirada, debió darse cuenta que no le creía mucho ya que continuó la frase - Si lo se, no parezco un sujeto que debería llevar una cosa así.

Si yo era extraña, él lo era más. Su rostro no expresaba nada, veía sus ropas holgadas y cabello desaliñado, era como una marioneta de terror, flaco y pálido.

Cruzamos la esquina y bajamos al subterráneo donde el transporte vial estaba abarrotado de personas, las personas se amontonaban para entrar esperando que el tren se detuviera. Las puertas se empezaron a abrir y el bulto de personas nos empujaron adentro del vagón como si sus vidas dependieran de ello, como si dentro del tren estuvieran regalando comida y afuera estuvieran puyando a la gente con agujas con SIDA, separándome de aquel muchacho y librándome de su habladuría.

Las puertas se cerraron y los que no cabían entraron a la fuerza, dejando el espacio cerrado y comprimido, apenas se podía respirar. Empecé a pensar en el papel de Yo, en las excusas de Chris, solo para darle el beneficio de la duda, pero no mucha ya que no soy del tipo de personas que disculpe a alguien tan fácil.

Un teléfono empezó a sonar, o mejor dicho a vibrar, y es que estaba tan apretada de las otras cuatro personas que no sabían de quien era el celular que temblaba. Entre los movimientos de las personas vi mi brazo, el tatuaje de la muñeca se había fundido con algo de pintura, ahora si estaba molesta. Chris, te voy a matar.

Dos estaciones más adelante empujé a las personas para poder salir de ahí, tomando a Yo por la camisa para sacarlo también. Pasamos bajo el letrero de salida "Estación Rosa Ines" para poder regresar a la calle.

Dos cuadras de camino me sorprendió que Yo no hubiese dicho nada.

- ¿Y a ti que te pasó? - Le pregunté curiosa.
- Nada...
- Es que no has dicho na...
- No quiero hablar de eso... ¡Y no pasó nada en el tren!

Me detuve frente a la puerta de una casa y llamé al timbre sin preocuparme más por el asunto, no sería la primera persona que violan en el subterráneo y tampoco será la última.

La puerta se abrió rápidamente dejando al descubierto a un chamo moreno de cabello largo y sombra de barba. Apenas hubo espacio para que pasara mi pierna le lancé una patada, pero la bloqueó con gran velocidad, como si la estuviese esperando.

- ¡Mafer!, sabia que estabas b.... - No terminó la frase, cuando bajó la mano se la volví a lanzar, y la conecté con éxito - ... ien...
- Eres un idiota, me dejaste botada...
- No... Claro que no... - Decía mientras se apoyaba en la pared, su tono de voz había bajado de nota - Te perdí y no sabía como buscarte.

Sabía que diría eso, lo hice a un lado y entré a la casa, estaba cansada y algo hambrienta, así que pasé directo a la cocina. Pude escuchar como Yo entró a la casa y la puerta se cerraba detrás de él.

- ¿Y tu quien eres? - Preguntó Chris algo extrañado, enderezando nuevamente su espalda.
- ¡Ah!... Me llamo Yo Soy - Dijo mientras se acomodaba el morral en el hombro
- ¿Queee?... ¿Yo Chong?... ¡Que fiiino!, nunca había conocido un chino... ¿Cómo... Te parece... Nuestro país...? - Chris empezó ha hablar lento como si Yo tuviera un daño cerebral, éste se limitaba a verlo, en realidad parecía que no entendía que le decía.
- ¡Oye Yo!, muestrale el papel - Le grité desde la cocina mientras me hacia un emparedado.

Me asomé a la sala para ver como el muchacho sacaba el pergamino, Chris se agarró la boca asombrado soltando cualquier cantidad de expresiones y blasfemias que asombraron a Yo, haciéndolo guardar rápido su trozo de papel.

- ¿Me prestan el baño? - dijo mientras cerraba la mochila.
- El baño... Esta... al fondo... a la derecha - Respondió Chris exagerando los gestos con los brazos...

Algo asustado, Yo atravesó la sala y entro en la última puerta que encontró.

- Ok... - Dijo volteandose - ¿Como te dejo cayendo de un puente sobre una autopista y llegas a mi puerta con un chino con una hoja en blanco?...
- Me da tanta ladilla explicarte que no lo haré - Respondí mientras le daba un mordisco a mi emparedado.
- Ya me estoy saboreando todo lo que podemos enrollar ahí y fumarnos - Dijo mientras divagaba viendo del techo - Ya estoy cansado de las pipas.
- Nada de eso, me pidió ayuda... Quiere llegar a la luna - Le respondí.

Chris se aplastó en un sillón y se tomó de la barbilla intentando entrar en mi mente. Luego sonrió y se estiró en su asiento.

- Se lo que estas haciendo. ¿Pero no vas a dejar botado al chinito o si?
- ¡Claro que no! - Le dije indignada - Por ahorra no tengo pensado hacer eso...


Pareidolia - Capítulo 1 - Áciditos

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